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Las acuñaciones monetarias durante la Guerra Civil Española

1 de julio de 2025 por Javier Varela Leave a Comment

Por Javier Varela

Este artículo analiza las acuñaciones durante la Guerra Civil Española en el contexto de los profundos cambios monetarios iniciados en las primeras décadas del siglo XX. El avance de la moneda fiduciaria, la retirada del oro de la circulación ordinaria y la resistencia puntual de la plata —como en la peseta de 1933— anteceden a una etapa marcada por la fragmentación monetaria y la dualidad de sistemas.

A partir de noviembre de 1936, la creación de un Banco de España en Burgos por parte del bando sublevado institucionalizó la división, dando lugar a un sistema bimonetario en el que la peseta republicana y la peseta sublevada se excluyen mutuamente. Desde una perspectiva numismática, se trata de un episodio clave en la historia monetaria de España.

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Los últimos años del reinado de Alfonso XIII y la II República consolidaron los profundos cambios que, en la acuñación de monedas, comenzaron a implantarse en los primeros años del siglo XX. La moneda fiduciaria se impone, el oro queda reducido a partir de estos momentos a acuñaciones conmemorativas y la plata, en el caso de España, resiste en la famosa peseta de 1933. Además, hay que tener en cuenta que por estas fechas el uso del papel moneda está plenamente establecido. El golpe de militar de julio de 1936 y la posterior guerra civil dibujan un panorama desolador en todos los ámbitos, con una economía de guerra y con una quiebra en la unidad monetaria que hará que se tomen medidas económicas de muy diferente índole. Estas medidas dibujan, desde el punto de vista monetario y numismático, dos escenarios que, aunque también con alguna similitud, presentan importantes diferencias. Esta fragmentación monetaria no se da hasta pasado unos meses, una vez ambos bandos advierten de que están ante un conflicto de envergadura y no ante una simple escaramuza militar. La bicefalia monetaria se hace patente en noviembre del 36 con la creación de un Banco de España con sede en Burgos por parte de los sublevados. A partir de estos momentos, dicha bicefalia se convierte también en excluyente, considerando la moneda del otro como ilegal en lo que Rafael Feria definió como “guerra de peseta contra peseta”.

La II República, mediante el Banco de España, acuñó moneda con la guerra en ciernes aunque,  se topó desde el principio del conflicto con problemas de diversa índole. Al margen del empuje de las tropas fascistas por diferentes frentes y que le llevaron a cambiar la sede del Banco de España y la FNMT en varias ocasiones,  el principal problema con el que se encontró fue la escasez de moneda fraccionaria o de módulo pequeño. A pesar de los decretos, algunos tan emblemáticos en fechas como el de nochebuena del 37 donde se ordenaba la acuñación de monedas de 10, 25 y 50 Céntimos (para mediados de 1938 vieron la luz otras de 5 y 25 céntimos), la política monetaria del gobierno republicano, marcadamente de guerra,  de hacer acopio de todo el metal posible, preservar las reservas de oro del Banco de España y apostar decididamente por el papel moneda terminó por provocar un problema, aparentemente banal, pero de enorme envergadura. La falta de calderilla hacía prácticamente imposible transacciones tan básicas y vitales del día a día como como, por ejemplo, comprar el pan (el kilo de pan estaba a 70 céntimos y el de patatas a 30, por tener un par de referencias) ya que los establecimientos se veían incapacitados para poder dar cambio.

En este contexto repunta el trueque y la falsificación, y es ante las cada vez mayor dificultad del Banco de España por acuñar moneda por lo que ayuntamientos, consejos, sindicatos, fábricas o cooperativas se erigen en los nuevos fabricantes de monedas. Si observamos sus valores estos oscilan, lógicamente en módulos bajos: entre los 5 céntimos y las 2 pesetas, siendo todas ellas piezas de materiales innobles y cuyo radio de aceptación era el propio pueblo, fábrica o panadería (el problema fundamental de escasez se daban en los valores inferiores a los 50 céntimos, para los que, incluso, se intentó la solución del cartón moneda, la cual resultó fallida). Llegados a este punto una pequeña reflexión: ¿somos consciente de la revolución que supone que, después de tantos siglos, un ayuntamiento o una cooperativa, pueda sustituir a la figura de un rey como ordenante de la acuñación de una moneda? Se tiene constancia de que hacia finales de 1937 más de 2000 organizaciones diferentes habían emitido hasta 7000 tipos diferentes de billetes y hasta medio centenar de monedas.

Mención aparte merecen también las monedas que son acuñadas por organismos llamémosle supramunicipales, y que con la excepción de la Mancomunidad de Menorca se dan en la zona norte del país: Consejo de Asturias y León, Consejo de Santander, Palencia y Burgos y el Gobierno de Euzkadi, zonas que desde prácticamente el principio del conflicto quedaron aisladas del resto del territorio republicano y por tanto sin metal circulante.

En la zona sublevada, en cambio, un decreto de noviembre del 36 castigaba tanto la exportación como el acaparamiento del metal monetiforme. El Banco de Burgos emitió fundamentalmente billete, poniendo en circulación únicamente una moneda: los famosos 25 céntimos vieneses acuñados en 1937 (los 10 céntimos del Tercer Año triunfal no llegaron a circular) quedando la moneda en curso durante la II República mucho más presente en la calle a disposición de las pequeñas transacciones.

10 Céntimos. 1938. ¿Moneda real, prueba o fantasía?

“En este museo no consta documentalmente que dicha moneda se fabricase, nuestra documentación se compone de varios miles de punzones, matrices y troqueles, que comprenden toda la moneda fabricada en España desde mediados del siglo XIX, y de forma fragmentaria desde el siglo XVIII en España e Indias. No hay nada en esos materiales de producción que corresponda a esa moneda, mientras que si lo hay a otras pruebas y proyectos de su mismo momento, algunas de ellas inéditas. Gracias a esos materiales y a una nota de fabricación que se encuentra en el expediente de la moneda de 25 céntimos de 1938, sabemos que si se intentó producir una moneda de 10 céntimos de hierro en 1938, pero se trató de una de diseño semejante a la de 5 céntimos de 1937, con una cabeza tocada con gorro frigio de la República a izquierda en anverso y el numeral (10 en este caso) rodeado de espiga y laurel en reverso”.  Contestación literal dada por el museo de la FNMT a los investigadores Santiago Blanco y Patricio Demucho Suárez ante la pregunta que formularon sobre la existencia de documentación al respecto en dicho museo y que reflejan en el Acta Numismática 49: Algunos comentarios acerca de los supuestos 10 céntimos de 1938 emitidos por la II República Española.

Esta contundente afirmación debería de ser suficiente para responder a la pregunta del epígrafe. Sin embargo, su aparición en catálogos tan prestigiosos como el Catálogo general de la moneda española. La peseta, de Vicenti, en el de Áureo&Calicó, Cayón o Krause, y sus contadas apariciones en subastas hacen de esta pieza un ejemplar codiciado por muchos coleccionistas.

II REPÚBLICA (1936-1939). 10 Céntimos. (Fe. 3,86g/20mm). 1938. (Cal-2019-9). EBC. Muy raro ejemplar y más en esta calidad. LOTE 2053.

Acuñaciones republicanas. Cataluña

El devenir de la guerra y el avance de las tropas nacionales, situó a Cataluña en una encrucijada histórica que la llevó a tener, en palabras de Javier Ovelleiro, un “un sistema monetario propio, distinto del nacional, articulado en tres tramos: los municipios emitieron los valores pequeños, desde los céntimos hasta las 2 pesetas; la Generalitat los valores intermedios, entre 2,50 a 10 pesetas, y los billetes ordinarios del Banco de España, entre 25 y 1.000 pesetas formaban el estadio superior en el Principado”. La Generalitat, como también fue el caso de las acuñaciones bajo el gobierno del presidente Aguirre en Euskadi, trató de dotar a sus monedas (generalmente en papel en forma de bonos, vales, pagarés…) de una impronta propia que ayudara a su reafirmación nacional y donde brilla por su ausencia cualquier referencia a la República Española.

SEGARRA DE GAIA (Tarragona). Conjunto de 3 piezas de 1 Peseta en diferentes materiales. S/D. (Cal-2019-36, 37 y 39). Excelente estado de conservación general. LOTE 2075.

L´AMETLLA DEL VALLES (Barcelona). Serie completa con los 5 valores: 25 y 50 Céntimos (sin y con inscripción) y 1 Peseta (tanto con valor en número como en letra). S/D. (Cal-2019-1, 2, 3, 4 y 5). Excelente estado de conservación general. LOTE 2072.

ARENYS DE MAR (Barcelona). Serie completa compuesta por las piezas de 50 Céntimos y 1 Peseta. S/D. (Cal-2019-6 y 7). Muy buen estado de conservación de ambas monedas. LOTE 2066.

Los 15 céntimos de Olot

De los dos valores que salen de la ferretería barcelonesa de Vilaseca i Bassa, 10 y 15 céntimos, es, sin duda, el segundo de ellos el de mayor rareza, no sólo de la serie sino probablemente de toda la guerra civil española. El material empleado, hierro puro sin aleaciones, no dejó en este módulo, cercano a los 30 milímetros, opciones para una mejor impresión. Ésta fue tan deficiente que inmediatamente se procedió a parar su producción, habiendo salido a circulación un pequeño número de piezas, no más de 100 (otras fuentes hablan de que ni siquiera llegaron a salir y que quedaron de recuerdo en un cajón del ayuntamiento). Este hecho sumado al decreto del 8 de enero de 1938 en el que el Ministerio de Hacienda prohibía a los ayuntamientos la puesta en circulación de moneda fiduciaria y pedían s retirada, terminaron por crear este auténtico “unicornio” de nuestra numismática contemporánea. Su diseño, esquemático, geométrico y exento de elementos clásicos, consigue sintetizar la esencia industrial de esta localidad gerundense.

OLOT (Gerona). 15 Céntimos. (Fe. 5,98g/30mm). 1937. (Cal-2019-31). MBC. Rarísima. La moneda más rara de toda la Guerra Civil. Muy buen estado de conservación para este tipo de piezas. Oxidaciones habituales. LOTE 2074.

Ibi y Menorca

Fuera de Cataluña, sólo Ibi (Alicante) y Menorca acuñan moneda en el bando republicano. En el caso de las alicantinas se acuñaron sólo en dos módulos: 25 céntimos (cobre) y 1 peseta (latón niquelado). La peculiaridad de esta serie reside en que, en el caso del primero de los módulos, existen hasta tres tipos en apariencia iguales. Las primeras acuñaciones tenían la característica de tener de fondo en el reverso el mapa de la península. La necesidad de acuñar más circulante, ya que se le dio validez también a estas monedas en poblaciones cercanas, llevó a sacar una nueva tirada (parece que en el mismo número de 10.000) en la que se utilizaron, un mismo cuño para el anverso, con el inconfundible gorro frigio que simboliza la República, pero dos diferentes para el reverso pudiéndose observar el matiz en el ángulo inferior del número 2 de “25”que en algunos casos apunta a la letra C y en otro a la E de la palabra “CENTIMOS”. Apunta Javier Ovelleiro que de la Peseta existió alguna “rarísima pieza acuñada en níquel y no solamente con un baño de este metal” metal que se terminó por descartar porque su dureza dañaba rápidamente los cuños. Este mismo autor estima en menos de 100 esta escasísima tirada.

IBI (Alicante). Serie completa con 4 las monedas, 3 de 25 Céntimos (normal, ángulo del 2 sobre C y Mapa) y 1 de 1 Peseta. (Cal-2019-16, 17, 18 y 19). Muy buen estado de conservación general. LOTE 2070.

Menorca, o mejor dicho, sus ayuntamientos reunidos bajo los Consejos Municipales de Menorca, acuñaron a nombre de la República Española hasta 5 módulos diferentes, todos ellos en latón, existiendo variantes en las piezas de 5 y 25 céntimos en función del número de frutos o de aceitunas que aparecen en la rama de olivo del reverso (también existen dos variantes de anversos en la moneda de 5 céntimos). Estas variantes obedecen, como es habitual en estos casos, a las roturas de estos cuños y su sustitución por otros nuevos. Esta serie fue creada en la fábrica de bisutería de Joan Torrent Torres con diseño de Francisco Hernández Sanz.

MENORCA. Serie completa con todos los valores: 5, 10 y 25 Céntimos y 1 y 2,50 Pesetas. 1937. (Cal-2019-20, 21, 22, 23 y 24). Excelente grado de conservación. LOTE 2073.

El caso de Aspe

Dentro de una tónica general de acuñaciones ya de por sí modestas y sencillas llama la atención como aún se puede rizar más el rizo. El caso de Aspe no es único, Gratallops o Viladrau, por poner dos ejemplos, utilizan, también, una base que más que moneda podemos denominar lámina o chapa por lo general de hojalata sobre la que se punza el valor, y si da para más, el nombre de la población. El 29 de julio de 1937 el ayuntamiento de Aspe, ante la acuciante falta de moneda fraccionaria decide emitir moneda por un total de 85.057,50 pesetas repartidas en chapas de hojalata de 50 Céntimos así como en cartones y chapas (redondas y rectangulares) de 5 Céntimos. Javier Ovelleiro comenta, también, otro detalle curioso: “Para la acuñación de estas monedas se usaron chapas destinadas, probablemente, a fines comerciales, como en el ejemplo de Gratallops que procedían de envases de carburos vascos. Esto podría explicar tanto la forma como los taladros que tienen estas monedas”.

ASPE (Alicante). 0,50 Céntimos. (Latón. 3,68g/44mm). S/D (1937 ca.). (Turró-223). MBC+. LOTE 2067.

Acuñaciones nacionales. Arahal

 La escasez de moneda fraccionaria también llegó a algunos puntos de la España nacional. En la provincia de Sevilla se concentra el grueso de las acuñaciones, encontrándolas en: Marchena, Arahal, Puebla de Cazalla, Lora del Río y Cazalla de la Sierra, ésta última fue la que acuñó en mayor número. En el caso de Arahal llama la atención que se acuñaran valores tan altos cuando justamente lo que se necesitaba era moneda divisoria. Por este motivo, y por la cercanía de Marchena y la plena aceptación de sus reales que circulaban con plena aceptación en el pueblo, tuvieron escasa aceptación entre la población local.

ARAHAL (Sevilla). Serie completa con 3 piezas en latón y con valores de 50 Céntimos, 1 y 2 Pesetas. S/D. (Cal-2019-40, 41 y 42). Excelente estados de conservación de las 3 monedas. LOTE 2065.

La “guerra de peseta contra peseta” a la que aludíamos al comienzo es una pieza más del conglomerado de contiendas diferentes que fue la guerra civil española. La batalla fue librada en todos los ámbitos, el monetario incluido, con dos concepciones de economía de supervivencia que marcaron, también, el rumbo del conflicto.

Hay un planteamiento general en el que coincidimos muchos: en la guerra civil española hubo varias y diferentes contiendas, fruto de un conflicto de clases, político e ideológico, pero resultado también de la defensa de otras lealtades primordiales como las religiosas, lingüísticas, familiares, regionales o nacionalistas. Fue una guerra de clases, como puede comprobarse en los discursos, en los comportamientos y en las manifestaciones de la violencia en las dos zonas, pero también una guerra de religión, entre el catolicismo y el anticlericalismo, una guerra en torno a las ideas de la patria y de la nación, y una guerra de ideas, de credos que estaban entonces en pugna en el escenario internacional. En la guerra civil española cristalizaron, en suma, batallas universales entre propietarios y trabajadores, Iglesia y Estado, entre oscurantismo y modernización, dirimidas en un marco internacional desequilibrado por la crisis de las democracias y la irrupción del comunismo y del fascismo.

(Julián Casanova, «Comprender la guerra civil española».)

Bibliografía

-Carolina Corporales Leal: Moneda y guerra civil española: delitos monetarios.

-Rafael Feria Y Pérez: 1937-2002: Principio y final de la peseta fiduciaria.

-Javier Ovelleiro: Monedas durante la II República y la guerra civil española. 1931-1939.

-Revista La Comarca D´Olot: Les monedes olotines de la guerra. 1936-1939. Número 82 (28-08-1980).

-Recursos web varios.

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Filed Under: Investigación, Subasta Tagged With: 1933, Guerra Civil Española, moneda fiduciaria, peseta republicana, peseta sublevada

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