En el mundo del coleccionismo numismático es habitual comentar la escasez de mujeres coleccionistas y dar opiniones al respecto. Si analizamos la situación exclusivamente desde la perspectiva actual difícilmente encontraremos la respuesta, más aún si tenemos en cuenta que el coleccionismo numismático es una afición de hondas raíces, que se perpetúa a lo largo de generaciones y que generalmente se transmite de padres a hijos, o de abuelos a nietos. La raíz sociológica de la escasa o nula presencia femenina en el coleccionismo (no así en la investigación) se debe fundamentalmente a la ausencia de disponibilidad económica de la mujer a lo largo de los siglos. Como ejemplo tenemos España, donde hasta 1975 la mujer no podía abrir una cuenta bancaria sin permiso de su marido, padre o tutor. El manejo del dinero estaba ceñido a las necesidades básicas de la familia: alimentación, vestidos y ajuar del hogar.
Dicho impedimento legal afectaba a todos los estratos socioeconómicos. Si además nos retrotraemos en la Historia vemos que para que una mujer tuviera capacidad para poder desarrollar con autonomía sus aficiones culturales debía poseer además una sólida formación cultural y gran poder jerárquico. Sólo entonces encontramos mujeres con la suficiente autonomía como para poder desarrollar una afición como el coleccionismo o el mecenazgo cultural.
Fueron mujeres que sortearon los prejuicios de su época, que además consiguieron conquistar un espacio físico dentro de sus casas para desarrollar sus aficiones (hablamos de los famosos gabinetes de curiosidades, auténticos refugios para aislarse y acumular colecciones y objetos de toda índole). Las escasas coleccionistas que lo lograron no hicieron sino dejar patente que eran algo marginal en su entorno, desarrollando una actividad que era claramente masculina y alterando el rol de género. Tanto es así que su unicidad no se vio perpetuada con el relevo generacional, ya que ellas eran fruto de una circunstancia particular (estado civil, poder político, etc) y difícilmente encontraban compañeras con las que compartir afición, o legar esa excentricidad a sus hijas.
Con este panorama socioeconómico, encontrar una mujer coleccionista en la Historia de la Numismática es tan difícil como hallar una aguja en un pajar. Durante el Renacimiento, sabemos que hubo un auténtico auge del coleccionismo. Las motivaciones para coleccionar moneda eran diversas pero lejanas a lo que hoy consideramos “coleccionismo numismático”.
En esta corta lista aparecen nombres como Cristina de Suecia y Catalina de Médicis. Cuando esta última se casó con Enrique II, trasladó a Francia una valiosa colección de monedas. Los motivos ornamentales o educativos eran una excusa perfecta para coleccionar. La nobleza gustaba de coleccionar monedas romanas para poseer una galería de retratos de los emperadores romanos. Por otra parte, Cristina de Suecia fue una gran mecenas del mundo de la cultura en general y poseía grandes colecciones. Y entre las colecciones de arte de la reina Juana de Castilla sabemos que las medallas ocupaban una ínfima parte. Pero evidentemente la actitud de estas tres mujeres, al igual que la de muchos otros nobles coetáneos, distaba mucho de lo que hoy consideramos “coleccionismo numismático”. No era sino una mera acumulación de objetos antiguos o bellos.
Pero Isabel Carlota del Palatinado fue una auténtica numismática. Elizabeth Charlotte, Liselotte, como fue conocida entre sus familiares, fue una mujer instruida, diferente. Las fuentes coetáneas hablan de ella como una mujer extrovertida, con aficiones poco habituales entre las mujeres. Le gustaba la caza y hacer larguísimas caminatas por el campo. En 1671 se convirtió en la segunda esposa de Felipe de Orleans con el que tuvo tres hijos. Su actitud abierta y tolerante la demostró tanto en el nivel religioso como en el personal, donde aceptó (e incluso defendió) las tendencias sexuales de su marido. Por todo ello fue una mujer muy apreciada en la Corte francesa y gran amiga del rey Luis XIV.
Elizabeth Charlotte de Baviera (Heidelberg, 1652 – Saint-Cloud, France, 1722), Duquesa de Orleans, hija de Charles-Louis, elector palatino del Rin.
El gran legado de Liselotte nos llegó en forma de cartas. En su inmensa actividad epistolar (unas 60.000 cartas), describió en años y años de correspondencia mantenida a lo largo de su vida con numerosísimas personas, (entre ellas personajes destacados del mundo de la Cultura europea) un escaparate fidedigno y completo del mundo de las ciencias, las letras, la filosofía, la política y también del coleccionismo. Sus cartas se han publicado a modo de biografía de la princesa palatina y como testimonio de determinados hechos históricos y de la vida de la Corte francesa.
Entre su correspondencia encontramos personajes tan destacados como Leibniz. Aunque para nosotros nos interesa especialmente su relación con Ezequiel Spanheim. Para quien no le suene este nombre, Spanheim es el padre de la disciplina numismática tal y como la entendemos ahora. La Numismática Moderna, entendida como rama de investigación histórica, su catalogación y en definitiva, la sistematización de las colecciones tiene su origen metodológico en Spanheim.
Éste además defendía que los objetos como productos históricos prevalecían sobre los textos porque los primeros eran mucho más fiables para el estudio de la Historia, de ahí la importancia de la moneda como fuente documental (algo de lo que ya hemos hablado en multitud de ocasiones). En el origen de esa premisa subyacía el problema sobre las falsificaciones de hechos históricos en los textos. Apareció entonces la supuesta rivalidad entre Epigrafía y Numismática, que se disputaban su prevalencia como fuente. Como dato curioso esta disputa sobre la prevalencia sobre los textos terminó cuando la circulación de falsificaciones dio al traste con la supuesta veracidad documental de la moneda.
En su obra Dissertatio de praestantia et usu numismatum antiquorum (Roma, 1664) Spanheim pone en práctica una metodología de estudio que será seguida a partir de entonces por todos los investigadores que le suceden. No hay más que ver el contenido del índice de las Disertaciones para comprobar el rigor de éstas, los ámbitos que abarca y la minuciosidad sistemática de sus estudios sobre moneda romana, abarcando todos los aspectos que atañen a la acuñación, emisores, sus títulos, estudio de leyendas, cecas, valores, metal, etc. Estamos por tanto ante el primer investigador de la Numismática Moderna.
El hecho de que Spanheim mantuviera correspondencia asidua con Liselotte da una muestra del nivel discursivo y de conocimientos de la princesa palatina. Dichas cartas no eran una simple puesta al día de noticias o anécdotas, sino que eran auténticas disertaciones. Algunas con una extensión de hasta 20 o 30 páginas.
No olvidemos también la relación de amistad que unía a Liselotte con su cuñado, el Rey Sol. Luis XIV era un gran aficionado a la numismática, afición que heredó de su tío Gastón de Orléans que contaba en su gran colección con rarísimas monedas de la antigua Grecia y Roma. Luis XIV reunió todas las colecciones numismáticas reales (incluida la de Enrique IV) en el Cabinet de Medailles tras comprar el gabinete de Hippolyte de Béthune (valiosa colección que también intentó comprar Cristina de Suecia). Con la creación del Cabinet se creó en la corte francesa un auténtico ambiente propicio para el coleccionismo numismático entre la nobleza.
En cuanto a las colecciones de Liselotte eran tan extensas que hizo disponer en el Chateaux de Saint-Cloud un espacio reservado para ellas: su propio gabinete. En él albergaba, unos 3.000 libros de variada temática, entre ellos 30 eran sobre Numismática. Entre las colecciones que allí guardaba destacamos la de medallas, una colección de glíptica y una colección de numismática donde parece ser que custodiaba unas 30.000 monedas y medallas de oro, (unas heredadas de su padre y otras regaladas por su hijo). Para sus investigaciones compró varios microscopios con los que se pasaba horas inspeccionando piezas, minerales e insectos. Era de tal intensidad su afición por la numismática que ella misma elaboró un catálogo manuscrito que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia.
El legado cultural de Liselotte y su personalidad son de tal relevancia que el Museo de los Avelinos (ubicado donde ella vivió, en el castillo de Saint-Cloud, Francia) ha realizado una Exposición bajo el título “Princesa Palatina (1652-1722), la Pluma y el Sol”, donde se ofrece una imagen de la vida en la Corte francesa a través de sus cartas.
Bibliografía:
– “Las mujeres y las Artes. Mecenas, artistas, emprendedoras, coleccionistas.” Beatriz Blasco, Jonatan Jair López y Sergio Ramiro (eds.)
– Spanheim, Ezechiel: Dissertatio de praestantia et usu numismatum antiquorum. Romae: Apud Blasium Deversin, & Felicem Cesarettum, Typis Fabii de Falcho, 1664.
– Spanheim, Ezequiel: ‘Numismata Imperatoria’, 52 folios: (p. vii) E. Spanh, ‘Numismata imperatoria secundum varios Raritatis Gradus’, in Latin; (p. 32)
– Feria, Rafael: Museología y museografía monetarias. Una propuesta metodológica y funcional, Tesis Doctoral presentada en la Univ. Complutense de Madrid, 1997.
– Roma, A. : “Tres juristas entre los siglos XVII y XVIII”, [online: https://elmaravedi.wordpress.com/2014/04/10/tres-juristas-entre-los-siglos-xvii-y-xviii/]