Es notorio ver que entre las grandes colecciones tengan un lugar destacado ciertas reproducciones. Sin embargo algunas lo merecen, tanto por su calidad técnica y artística como por su valor histórico. Es el caso de la judenmedaillen que subastará próximamente Áureo&Calicó en la tercera edición de la “Isabel de Trastámara Medieval vol. III”.
Desde que Köhler publicó en 1730 su Diversión Histórica con Monedas se ha denominado judenmedaillen (“medallas judías”) a una serie de medallas que formal y técnicamente forman un grupo cohesionado y uniforme. Dichas piezas no incluyen información o marcas sobre el lugar o año de su fundición aunque Köhler ya indicaba que posiblemente fueron hechas en Praga.
A partir de entonces varios fueron los autores que adoptaron dicha denominación consagrando la etiqueta de “judenmedaillen”.
En cuanto a la cronología de estas los historiadores son dispares. Bernhart relacionó su creación con el reinado del emperador Fernando II (1617-1637). Klein, por otro lado, observó ciertas diferencias estilísticas y por ello adelanta su creación en torno a 1600 o incluso la década anterior. Posteriormente el pintor y tratadista holandés Frans van Mieris en su obra de catalogación de la colección numismática del obispo de Utrech identifica varias judenmedaillen. También Marquard Herrgott, diplomático alemán, en su estudio sobre la historia de la casa imperial de los Habsburgo ilustra con retratos de judenmedaillen a la familia imperial austríaca, mencionando que dichas medallas fueron realizadas por orfebres de Praga.
El origen de la creación de estas reproducciones también es incierto. Si bien es verdad que las reproducciones no eran algo ajeno al coleccionismo numismático. De hecho es conocido el afán aglutinador y completista de los coleccionistas del Humanismo, que en su deseo por completar las series iconográficas de los emperadores romanos no tenían reservas para encargar reproducciones de las monedas o medallas que les faltaban. Tan popular se hizo esta práctica que el grabador Giovanni Cavino (1500-157O), conocido como “El Paduano” creó numerosas reproducciones con este fin que hoy son también objeto de colección. Por tanto no es descartable el afán completista del coleccionismo, especialmente de piezas excepcionalmente raras como las que imitan las judenmedaillen.
Por otro lado hay que atender a la propia naturaleza conmemorativa y de ostentación de las monedas a las que imitan, como la gran dobla de Pedro I, que son formalmente más cercanas al concepto de la medallística que al de la moneda de valor circulatorio. Este hecho es suficiente motivo para pensar que estamos ante una reproducción de carácter artístico y conmemorativo acercándonos al concepto de medalla sin carácter fiduciario.
Sobre los mencionados orfebres de Praga tenemos que remitirnos al origen del gremio en dicha ciudad. Rodolfo II, gran coleccionista y apasionado de las gemas, trasladó la corte de Viena a Praga y promocionó que los cortadores de gemas, orfebres y célebres artistas del mundo de la joyería de todo el mundo se instalaran en los alrededores de su corte. Este centro de atracción y promoción convirtió a la ciudad de Praga en un importante centro orfebre.
El mecenazgo de Rodolfo II fue el eje vertebrador y aglutinador del gremio de orífices en Praga que acudieron a su llamada y fueron protegidos bajo el manto del emperador. En cuanto a los orfebres que quedaron bajo la protección de Rodolfo recordemos que éste fue educado en el Escorial junto a su tío Felipe II. Allí aprendió su gran pasión: la disciplina de la alquimia, que siempre relacionó con la orfebrería y tratamiento de los metales. Sabemos además que fue un gran coleccionista de monedas (y también de muchísimos otros objetos dignos de gabinetes de curiosidades). Tal fue la influencia de los aprendizajes adquiridos en la corte española que cuando se trasladó a Viena y posteriormente a Praga, Rodolfo aún seguía hablando en español. Su personalidad era creativa, abierta y por ello controvertida hasta tal punto que en 1609 legalizó la libertad religiosa.
Con estas condiciones no es descabellado pensar que un orfebre sefardí auspiciado por la corte de Rodolfo II reprodujera una de las monedas más importantes de la Numismática española en los primeros años del siglo XVII: la gran dobla de Pedro I.
Bibliografía de consulta
-Frans van Mieris: Descripción de las monedas y sellos del obispo de Utrecht: medios del origen, el valor y el nombre del dinero, la diferencia de las monedas y pesos, el valor de los metales, el derecho de las monedas de dinero y el primer uso de dinero, S. Luchtmans, Dirk Haak, Joh. Arn. Langerack, Leyden, 1726.
-Marquard Herrgott :Genealogia diplomatica Augusta Gentis Habsburgicæ, Vienna, 1737.
-Johann David Köhlers: Historischer Münz-Belustigung, 1730.
-Max Bernhart: “Judenmedaillen”, en Archiv für Medaillen- und Plakettenkunde 1921/1922, pág. 119, nº 15.
-Ulrich Klein: “Beitrag zu den sogenannten Judenmedaillen”, en Beiträge zur süddeutschen Münzgeschichte, Stuttgart 1976, B 15.
-Heinz WINTER: “Die Prager Judenmedaillen“ des Wiener Münz-kabinetts – Eine Medaillensuite aus dem ersten Drittel des 17 Jahrhunderts”, en Mitteilungen der ÖsterreichischenNumismatischen Gesellschaft, 51, 1–33, 2011.