En muchas ocasiones se habla sobre el valor de una moneda, curiosa redundancia. Pero ya metidos en redundancias hablemos del valor patrimonial de una moneda: Patrimonio Numismático.
Hace unos días fue noticia un sestercio de Trajano. Gracias a esta moneda se cambió el horizonte cronológico del acueducto de Segovia, adelantando la fecha de su construcción al menos 14 años. Sin duda, con la noticia de dicho hallazgo y su divulgación (que corrió como la pólvora por las redes sociales), se añadió un valor más a esa pieza en concreto: el valor probatorio de un hecho histórico, un documento.
Noticia del hallazgo del sestercio en El País
Sin embargo, a pesar de que en los ámbitos historiográficos, investigadores y coleccionistas sí otorgamos y somos conscientes de ese valor histórico, aún queda mucho camino por recorrer para ponderar su valor patrimonial.
Este fin de semana he visitado un museo etnográfico. En la entrada estaba la Oficina de Información Turística de la localidad. Y allí había una vitrina. En ella monedas ibéricas, romanas, resellos, botones, etc.
Sin señalética, sin paneles, sin identificar, sin interpretar.
Sin limpiar, la vitrina.
Sin pátinas, las monedas (impolutas y brillantes en exceso)
Sin poner en valor*…
Me acerqué y pedí permiso para fotografiar. Ante mi inusitado interés por dichas piezas, la persona que atendía la Oficina me abrió amablemente la vitrina para poder fotografiar mejor las monedas, comentándome que era la primera vez que alguien se había interesado por ellas. Por tanto su extrañeza era tan grande como la mía.
Y yo, viéndome en un museo, y apelando a mi cruzada profesional por la divulgación del patrimonio, le expliqué que aquellas monedas, halladas en el pueblo, eran también patrimonio histórico, al igual que el resto de piezas expuestas en las salas del museo, y que por consiguiente merecían su musealización y un trabajo interpretativo y divulgativo, y por supuesto de conservación (aunque ya llegaba tarde para eso).
Me asombra pensar que aún hay que luchar en esa batalla, y tener que apelar al marco de protección legal de la Ley del Patrimonio Histórico Español (Ley 16/1985 de 25 de junio) en cuyo título preliminar, art.1.2 dice que integran el PHE “…los objetos muebles de interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnológico, científico, técnico. También forman parte del mismo el patrimonio documental y bibliográfico, etc”. Sin duda el patrimonio numismático está incluido en varias de estas categorías: por su interés histórico, arqueológico, etnológico, documental y en algunas ocasiones incluso artístico. Por tanto es objeto de protección y de transmisión a las generaciones futuras, como dice al artículo 1.1. , y es en esa función como transmisores donde las Administraciones Públicas deben asumir que son los sujetos activos de la conservación y divulgación del patrimonio numismático, es decir, los museos.
* Me remito a la Revista de Patrimonio para una mejor comprensión del galicismo “puesta en valor”
Marcelo Martín Guglielmino: “La difusión del patrimonio. Actualización y debate”, e-rph. nº1, diciembre, 2007.
Añadir a esta incultura descrita la posición de esta muestra numismatica, mas si cabe en la última balda de la vitrina.
Cuando son piezas de estudio, conservación y divulgación esas muestras históricas deberian posicionarse en primera plana, y más debido a su reducido tamaño.
Pues sí, la forma expositiva demuestra la falta de interés por la conservación y divulgación del patrimonio numismático. Gracias Caligae
Lamentablemente existen muchos de estos pequeños museos (y otros no tan pequeños) por toda nuestra geografía. Y lo más triste es que muchos de ellos son de creación moderna (normalmente por Ayuntamientos) pero con una mentalidad heredada de los dos últimos siglos, donde la visión de un museo era la de coleccionar (por no decir apilar) piezas, cuantas más mejor pero sin ningún tipo de información y muchas veces incluso fuera de contexto, con lo que la interpretación era asunto baladí.
Personalmente creo que el problema comienza en el desconocimiento que la ciudadanía en general (con el reflejo en sus representantes) tiene del significado Patrimonio, es decir que no llega a entender este concepto de que el Patrimonio es de TODOS (independientemente de quien sea el encargado de su conservación y custodia…) e incluso podemos comprobar en muchos foros, que hay a quien este término, con todo lo que conlleva, incluidas las personas que velan por él, le suena como algo negativo, casi diabólico…
Me llama poderosamente la atención cuando oigo decir “esto es de Patrimonio” o “esto pertenece a Patrimonio” como que es algo ajeno, cuando la forma correcta debería ser “esto es DEL Patrimonio” o “Esto pertenece AL Patrimonio” pues en estas dos últimas frases puede añadirse al final “… de Todos” ¡Como cambia el significado de estas frases con solo añadir una ele!
La mejor defensa del Patrimonio, sin duda que es dándolo a conocer y esto pasa, como tú defiendes, por “la Interpretación”. El día que todos comprendamos que el Patrimonio es de todos y que es deber de todos conservarlo para que al igual que se nos ha legado a nosotros, tenemos la obligación de preservarlo para las futuras generaciones, creo que empezaran a cambiar las cosas.
Mientras tanto Ana, te queda mucho por hacer en tu cruzada profesional por la divulgación del patrimonio.
¡Ánimo y adelante!
J. Luis Mendoza
Muy interesante. Cualquier medio es poco para difundir este patrimonio no bien conocido. Recomendado
En ello estamos, como bien sabes, la difusión es fundamental
Gracias Arturo
Muy interesante lo que dices del concepto de Patrimonio como algo ajeno, creo que es labor de todos difundirlo como bien común.
Gracias Jose Luis
Quizás otra cara del problema resida en que algunos concejales de cultura llegan a creer que con apilar objetos antiguos (alguno incluso los denominará como chismes viejos) ya tiene montado el museo etnográfico municipal, sin tener que recurrir a personal cualificado…
Porque otro de los defectos que abundan en este país es el de menospreciar a profesionales que han hecho una carrera con toda la ilusión y esfuerzo para hacer de ella su profesión.
J. Luis Mendoza