Por Antonio Hinojosa Pareja
La gran revuelta de Judea estalló en Cesarea en el año 66. Ya hacía tiempo que el ambiente estaba caldeado con los nacionalistas judíos incendiando los ánimos del pueblo por los constantes abusos recaudatorios. Las protestas arreciaban y el odio contra el ocupante romano no paraba de crecer. La revuelta se acabó traduciendo en un choque armado de consecuencias incontrolables, la guerra judeo-romana se extendió durante ocho años y supuso el paso decisivo para la desaparición de Judea (Israel) como entidad nacional, como Estado, en la Antigüedad.
El pueblo judío perdió toda su capacidad de independencia o autonomía con respecto a Roma, en un conflicto que supuso también la desaparición de las más importantes señas de identidad culturales y religiosas. En concreto la destrucción del gran templo y de la propia ciudad de Jerusalén, así como el saqueo de los objetos más celosamente custodiados durante siglos (arca de la alianza, candelabro, etc.) que serían exhibidos en el desfile de la victoria en Roma como bien retrata el propio arco de Tito en el foro.
El golpe ideológico fue brutal afectando no sólo a la idiosincrasia de un pueblo tan peculiar como el hebreo y a su profunda religiosidad sino también a su articulación de dominio y control territorial y económico ya que todas las grandes ciudades y fortalezas fueron destruidas o sometidas a férreo control, en especial las más escarpadas y agrestes como fue el caso del Masada donde se cerró este capítulo de la primera gran guerra contra Roma que dejó más de un millón de judíos muertos o esclavizados.
Cuando Vespasiano fue encargado de sofocar la revuelta por parte de Nerón, no podía imaginar que esta acción militar al mando de cuatro legiones le iba a suponer a la postre el trampolín necesario para poder optar a la púrpura tras la muerte del emperador en el año 69. Mientras Vespasiano se imponía uno a uno a los otros tres candidatos derrotando en una sangrienta guerra civil a Vitelio, Galba y Otho para finalmente ser proclamado emperador en Roma, su hijo Tito quedó encargado de rematar el trabajo en Judea. No obstante, aún iba a ser necesario un año más para tomar al asalto la gran ciudad de Jerusalén y no sería hasta el año 73 cuando el gobernador de Judea, Lucio Flavio Silva, culminaba la derrota judía entrando en una desierta Masada cubierta por los cadáveres de cientos de defensores partícipes de un suicidio colectivo.
El uso propagandístico de las acuñaciones Judea Capta
Sin lugar a dudas y tal y como nos muestra la numismática de los primeros años de la dinastía flavia, la guerra en Judea fue perfectamente utilizada como elemento propagandístico de primer orden a la hora de legitimizar el acceso de Vespasiano y sus hijos al poder. Así lo demuestra la primera gran serie de acuñaciones en todos los valores y metales llamada Judea Capta (Judea Vencida). Se acuñaron mayoritariamente en Roma, pero también en otras cecas como Lugdunum (actual Lyon) entre los años 72-73, celebrando el gran triunfo de Roma y el aplastamiento de la revuelta judía.
Un claro ejemplo de la conmemoración de la finalización de la guerra y la victoria romana es este raro áureo de Vespasiano de la serie Judea Capta acuñado en Lugdunum que presentamos en la DECIMOTERCERA XIII subasta de Lucernae. En su reverso aparece el modelo de trofeo más icónico que usó Roma para demostrar propagandísticamente su fuerza militar, un poderío sobre el que no hay resistencia posible y del que Vespasiano supo sacar todo su partido. En este reverso se muestra la panoplia de armas del pueblo enemigo derrotado sobre la que se alza el triunfo de Roma. Este reverso monetal será un modelo tremendamente explotado hasta la saciedad por todos los emperadores siguientes a lo largo del siglo II y III.
Roma es poderosa e invencible, no hay pueblo o reino que pueda contestar su poder y la moneda es el vehículo perfecto para extender este mensaje… que no sólo es gráfico, perceptible a simple vista sobre la moneda, sino que se refuerza aún más con la epigrafía. En el caso de este áureo es clarísima al respecto DE (VICTA) IVDAEIS, Judea vencida.
No cabe más rotundidad y para más pesar si cabe en el caso del pueblo hebreo, esta primera gran guerra no sería más que el inicio del fin: tras otras dos revueltas o guerras menores en los años 115/117 y 132/135, igualmente sofocadas con terribles consecuencias, la población que no había sido masacrada o esclavizada fue deportada sistemáticamente en una diáspora que casi ha llegado hasta nuestros días.
No sería hasta mediados-finales del siglo XIX cuando los primeros judíos fueron llegando a Palestina, emigración que fue creciendo progresivamente durante el siglo XX hasta que fue proclamada oficialmente la fundación del Estado de Israel en 1948, casi dos milenios después de haber sido erradicados y expulsados de su tierra por Roma.
Me ha gustado mucho
Escrito corto obreve, dos veces bueno, como decia Gracian,
Muchas gracias