Pocas conclusiones definitivas y contundentes tenemos a día de hoy acerca de la moneda cartaginesa. Sobre todo porque contamos con el hándicap de desconocer la ceca o los talleres donde fueron acuñadas (hay fuentes que hablan de que fueron obra de cecas móviles de carácter militar). Lo que sí parece claro es que se acuñaron unas cantidades muy considerables tanto de bronces como platas y en menor medida de oro, todas ellas con una calidad de acuñación, ciertamente, sobresaliente. Para ello, citando a José María Conesa en su obra Las monedas de Cartagena, obtuvieron la materia prima de los yacimientos de plata de las Sierras de Cartagena y Mazarrón, así como de las minas de Cástulo, en Jaén. Entre 5 y 11 millones de shekels se batieron, según Villaronga, y con ellas se pagaron los cuantiosos gastos de un numeroso ejército que cobraba, por soldado, la nada despreciable cifra de 15 shekels al mes. Su origen parece, pues, más ligado al ámbito militar que al comercial
Comparten todas ellas la peculiaridad de que son anepígrafas (a excepción de alguna emisión esporádica que presenta algunas letras fenicias, que son más que leyendas marcas de emisión) y también el hecho de mantener una estrecha sintonía con el arte helénico, lo que la hace también atractiva para el coleccionista de moneda griega. La gran mayoría de estas piezas tienen como unidad el siclo o shekel de 7,20 gramos, siendo su mitad o dracma de 3,60 gramos. Respecto a la evolución de las series, parece formalmente aceptado que seguirían el siguiente orden cronológico: un primer tipo donde los anversos muestran la cabeza de Ashmon y reversos con proa de nave; una segunda serie, como la que mostramos, con cabeza de Herakles en anverso y elefante en reverso solo acuñadas en plata y con valores de 1/4, 1, 1 y 1/2, 2 y 3 Siclos y una tercera serie donde vuelve a aparecer el busto de Ashmon y reverso con caballo parado. Hay autores que defienden la existencia de una cuarta y quinta serie, ambas mucho menos homogéneas, donde caben divinidades femeninas como Tanit, y elementos decorativos como caballos en movimientos o palmeras.
Hay otra certeza, que termina afectando a la iconografía de los reversos, que apunta a que fueron los cartagineses los primeros en utilizar a los elefantes en una batalla, concretamente en la de Agrigento allá por el 262 a.C. De entre todos los tipos de elefantes eligieron al elefante norteafricano, el mismo que luego representaron en esta primera emisión de Cartagonova, como símbolo de la fuerza del poder cartaginés. Y es que a lo largo de toda la historia antigua y especialmente en el área mediterránea, los elefantes fueron, junto a los caballos, los animales más usados y más importantes en las guerras si bien, cabe diferenciar que mientras los segundos hicieron más labores de transporte, los elefantes eran empleados directamente en el conflicto bélico. La moneda adquiere, en el caso cartaginés, una singular importancia como fuente histórica ya que a diferencia de otras civilizaciones antiguas, como la griega o romana, tenemos poca constancia de su arte o arquitectura a pesar de ser una civilización que dominó además de zonas del sur de la península ibérica, una buena parte del norte de África.
Catalogación:
CARTAGONOVA (Cartagena, Murcia). 1 1/2 Shekel. (Ar. 11,01g/24mm). 235-220 a.C. (FAB-486). Anv: Cabeza de Melkart-Heracles laureada a izquierda con clava. Rev: Elefante a derecha. MBC+. Muy raro ejemplar. Ibercoin