
Próximamente Jesús Vico subastará cinco morabetinos que nos dan pie a hacer una reflexión sobre el fenómeno del sincretismo en la Numismática.
La moneda del Imperio Islámico, conocida por su estabilidad, prestigio y valor estandarizado, se convirtió en la divisa más importante del Mediterráneo, siendo utilizada tanto por comerciantes musulmanes como cristianos. Su alto valor como medio de pago llevó a los reinos cristianos a imitarla, buscando así una estabilidad monetaria que reflejara los estándares metrológicos islámicos.
Los dinares fueron imitados en metal, peso y los más llamativo, en estilo, homogeneizando la estética de la circulación monetaria de los países del continente europeo y del Mediterráneo. Ejemplos de ello son los mancusos de Barcelona, los besantes de los cruzados, los dinares de Offa y los morabetinos, tal y como ya explicamos en este artículo más extensamente ( Morabetinos ).

Estas monedas resultan fascinantes debido a la supuestamente difícil combinación formal y conceptual que las caracteriza, convirtiéndolas en una de las representaciones más destacadas en la Historia de la Numismática de los Reinos de la Península Ibérica. En su diseño, se fusionan elementos del estilo mozárabe y el mudéjar, demostrando que no solo se trataba de una cuestión de estándares monetarios, sino también de una clara influencia del arte de Al Ándalus. Al igual que en las miniaturas de Biblias y Beatos de siglos anteriores, las influencias andalusíes se utilizaron como un vehículo de prestigio, fundamental para las transacciones económicas entre cristianos y musulmanes.
Podemos hablar por tanto de una de las manifestaciones más palmarias de sincretismo en Numismática. En el morabetino confluyen tradiciones culturales y religiosas que son antagonistas. Sin embargo, por intereses económicos, se aúnan doctrinas (cristianismo e islamismo) y lenguas (latín y árabe), creando la moneda más excéntrica y bella de la Edad Media.

En términos económicos, el dinar almorávide era la moneda utilizada en la Península para grandes transacciones especialmente en Toledo, epicentro de las relaciones con al-Ándalus, y en Murcia, último bastión de las taifas almorávides. Tras la caída de ésta ante los almohades, se interrumpió el suministro de oro. De esta manera, para los reinos cristianos era muy difícil acuñar moneda en esas circunstancias, pero ante la necesidad Alfonso VIII comenzó a acuñar los morabetinos en Toledo.
La existencia de estos morabetinos está documentada desde 1173. Inicialmente, el morabetino tenía un peso promedio de 3,814 gramos, como el dinar almorávide. Su valor fue en aumento desde los 6 a los 8,66 sueldos (104 dineros).

Tipológicamente los morabetinos de Alfonso VIII se caracterizan por la presencia de una cruz potenzada, que entre 1173 y 1183 iba acompañada de una estrella en el anverso. Esta cruz es doctrinalmente el paralelo a la shahada o profesión de fe que aparece en las monedas islámicas. A partir de 1184, la estrella fue reemplazada por la abreviatura latina «ALF» (de Alfonso), y la estrella se trasladó al reverso. Debido a la constante presencia de la cruz, estas monedas fueron llamadas «morabetinos de cruz» y «bilingües» por la inclusión de la inscripción latina. Este diseño permaneció prácticamente igual hasta la muerte de Alfonso VIII en 1214, y siguió sin cambios en los reinados de su hijo Enrique I y su nieto Fernando III.

Estos morabetinos fueron acuñados exclusivamente en Toledo, la única ceca cristiana capaz de trabajar con caracteres árabes, y contaron con trabajadores mozárabes que dominaban el árabe. Estaban fechados según el calendario de la era de Safar, que era 38 años posterior al calendario gregoriano.
Aunque al principio la producción de los morabetinos «monolingües» fue limitada, los «bilingües» se acuñaron en grandes cantidades, convirtiéndose en una moneda clave para el comercio no solo en Castilla, sino también en León y el resto de la Península Ibérica.

En cuanto a su estudio y catalogación es interesante señalar que fue Antonio Vives quien por primera vez documentó las variaciones de los años de acuñación conocidas, también encontraréis una extensa catalogación aquí. Estos morabetinos fueron fundamentales en las transacciones económicas en la Península Ibérica durante años, y su estudio sigue siendo relevante para entender su circulación que según las fuentes, perduró hasta el reinado de Alfonso X el Sabio.

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