Por Javier Varela
Las principales dictaduras de la Europa del siglo XX comparten coincidencias que nos sumergen de lleno en la estrecha relación entre la numismática, la política y las numerosas corrientes artísticas que salpican el siglo. Encontrar rasgos del Novecento, del Futurismo o de la Abstracción Geométrica entre los motivos iconográficos de las monedas de los regímenes fascistas del momento es relativamente común. Entre esas similitudes entre las monedas de los regímenes fascistas cabe destacar el gusto por lo alegórico y lo simbólico, como medios para llegar directamente al ánimo del pueblo, la predilección por la línea recta y por la vuelta al pasado, al glorioso pasado, que poco o nada tenía que ver con la propuesta por los artistas del Renacimiento.
Desde el punto de vista político llama la atención que ninguno de los principales dictadores del siglo XX aparecen jamás retratados en el anverso de ninguna moneda (en mucho de los casos porque estos regímenes estaban parapetados tras monarquías, las cuales tenían reservado el protagonismo iconográfico en las acuñaciones). Analizaremos a continuación, y brevemente, algunas de las características de las acuñaciones y arte predominantes en tres de los ismos más destacados del siglo XX: el fascismo italiano, el nazismo alemán y el franquismo español.
ITALIA (1922-1943)
Tras una primera etapa que podemos considerar como de Monarquía Parlamentaria con unos tipos monetarios de iconografía sencilla en los reversos, esto es, personificaciones de Italia o escudo de la Casa Real, los Pactos Lateranenses del 29 suponen la definitiva consagración tanto del régimen como de una nueva iconografía monetaria y filatélica que ya había empezado a plasmarse en los primeros años de la década de los veinte.
A partir de estos momentos la reivindicación del legado histórico de la Roma imperial se convierte en la temática central hasta el punto de presentar al Imperio Romano y a la revolución fascista como parte de un uno o al propio Mussolini, aun sin aparecer en ninguna de sus monedas, como un eslabón más en la cadena que comenzó el primer emperador, Augusto. Columnas marmóreas, edificios clásicos, el águila como símbolo, el fascio littorio (haz de 30 varas atadas de origen etrusco, una por cada curia de la antigua Roma y que simbolizan la autoridad y la unidad), escenas de cuadrigas, figuras clásicas y héroes que rozan lo mitológico ocupan muchos de los reversos de unas monedas que tienen el anverso reservado para el retrato de Víctor Manuel III, además de rey, autor del célebre Corpus Nummorum Italicorum.
La obra de Giorgio de Chirico, una de las principales figuras del Novecento, está de alguna manera reflejada en la temática monetaria. Sus caballos y paisajes de corte clásico son claro ejemplo de ello:
Pero también encontramos algunos motivos decorativos que, a priori, parecen no estar muy en la línea de todo lo anterior expuesto. En estos 5 y 10 Centesimi, acuñados entre 1919 y 1937 encontramos una espiga de trigo y una abeja.
Sin embargo, dentro del contexto del Novecento, movimiento artístico de cabecera de los primeros años del régimen, estos motivos ornamentales están plenamente justificados por lo que fueron encajados con naturalidad. El Novecento es, ante todo, un movimiento anti vanguardista que ensalza los valores tradicionales contra los que precisamente luchan todos movimientos de vanguardia del momento. El guiño al campo, a la agricultura o a la apicultura tienen sentido en este contexto además de presentarse como contraposición del otro movimiento artístico con el que rivalizó, a pesar de ser considerado, también, un movimiento afín al fascismo: el futurismo y su gusto por las ciudades, el movimiento o la velocidad.
Las primeras monedas donde podemos apreciar el emblema fascista fueron en las 20 y 100 liras conmemorativas (1923) del primer aniversario de Marcha sobre Roma:
Otro hito a destacar se produce en Mayo de 1936 cuando Italia se anexiona Etiopia siendo proclamado Víctor Manuel III también como Emperador. En ese mismo año podemos ver en las 100 liras áureas el añadido “IMP” en la leyenda: VITTORIO EMANVELE III RE E IMP.
EL ¿CURIOSO? CASO DEL MERCURY DIME NORTEAMERICANO
Observemos este famoso Mercury Dime de Estados Unidos. ¿Qué sentido tiene el símbolo fascista italiano en el reverso de una moneda norteamericana de la primera mitad de siglo XX? Y, yendo un poco más allá, ¿cómo es posible que en el anverso de la misma moneda nos encontremos con el símbolo clásico de la libertad? Estos 10 Centavos, conocidos popularmente y erróneamente como Mercury Dime (no es Mercurio el protagonista del anverso), se empezaron a acuñar en 1916 en diversas cecas de los Estados Unidos.
Los Fasces, o haz de lictores, como ya hemos comentado son de origen etrusco y fueron adaptados para esta moneda unos años antes que lo adoptara el partido de Mussolini como símbolo, pero, ciertamente, coincidieron en el tiempo con las monedas italianas ya que estas piezas se acuñaron con la misma temática hasta 1945. A. Weinman, creador de este laureado diseño, entendió los fasces, como hicieron los primitivos romanos, como un símbolo de poder, incluso si se quiere, de predisposición para la guerra pero a la vez lo combinó con una rama de olivo, como símbolo también de paz, en un claro mensaje al mundo de la que ya era una superpotencia en ciernes. En Estados Unidos nunca tuvo connotación fascista alguna, considerándose, a día de hoy, una de las monedas más bellas acuñadas en el país y con una gran demanda entre los coleccionistas.
ALEMANIA (1933-1945)
A diferencia de Italia, que centralizó toda su producción en Roma, el III Reich prosiguió con la tradición alemana de acuñar en diversas cecas: Berlín (A), Munich (D), Muldenhutten (E), Stuttgart (F), Karlsruhe (G), Hamburgo (J) y Viena (B), ésta última solo acuñó entre 1938 y 1944. Además, y también como diferencia con los ejemplares italianos, encontramos más motivos conmemorativos en sus acuñaciones como, por ejemplo, las alusiones a los nacimientos de Martín Lutero o del poeta y dramaturgo Friedrich Schiller. La omnipresente águila imperial en los anversos, unida a la imagen del propio Hindenburg y a la iglesia de Potsdam muestra, en cambio, un programa iconográfico que apenas mira hacia el mundo clásico, restándole buena parte de la riqueza iconográfica de las acuñaciones italianas.
Una de las piezas más icónicas de este momento son los 5 Reichsmark de 1934. El 21 de marzo de 1933 es el día de la puesta de largo del Nazismo. En las puertas de la Iglesia de Garrison (Potsdam), iglesia barroca de gran simbolismo para Prusia y el luteranismo, y ante la atenta mirada de Paul von Hindenburg, Hitler se inclinó, cuentan que con humildad, ante el presidente del país. Esta moneda, acuñada un año después conmemora el inicio del III Reich. Y encontramos dos versiones, con y sin fecha de la conmemoración, ambas en plata:
Justamente y con esta misma pieza, queda también completado el programa iconográfico nazi con la aparición, por primera vez, de la esvástica en las monedas alemanas, lo podemos observar en el anverso de este mismo ejemplar:
El Reichsmark fue la moneda oficial de Alemania entre 1924 y 1948 y vino a sustituir al Papiermark, completamente devaluado durante la Gran Inflación. La plata se acuñó con valores de entre 1 y 5 Reichsmarks teniendo la mitad de contenido de plata que las monedas utilizadas al principio de la Primera Guerra Mundial.
Al hablar de moneda alemana de esta época no podemos olvidar las acuñaciones que se hicieron en territorios bajo ocupación nazi, comparten todas estas acuñaciones el ser consideradas moneda de necesidad y realizadas en materiales de escaso valor como, fundamentalmente el zinc y el aluminio.
Hablamos de la moneda belga acuñada bajo ocupación alemana entre 1941 y 1945, valores de 5, 10 y 25 céntimos y 1 Franco en Zinc con la leyenda en francés; la moneda acuñada en Budapest para circular en los Balcanes ocupadas, también en Zinc y que con valores de 50 Para y de 1,2 y 10 Dinara son unas monedas de necesidad de gran interés que repiten el motivo decorativo del águila y la alusión al mundo agrario con las ramas de avena entre los valores de los reversos; Monedas para Bohemia y Moravia, el Protectorado en territorio Checo entre 1939 y 1945 y también las de la Francia de Vichy donde desaparecen de las acuñaciones la cabeza laureada, símbolo de la República Francesa, siendo sustituida por unos motivos decorativos que mezclan hachas de doble filo con referencias a la agricultura y el lema “Trabajo, Familia y Patria”.
ESPAÑA. (1936-1975)
El caso de España con el busto del propio dictador, omnipresente en la gran mayoría de los anversos de las acuñaciones del periodo, marca una gran diferencia con la amonedación del resto de estados totalitarios, donde éste, como ya hemos comentado, no hace acto de presencia en ninguna de las acuñaciones.
Otra de las grandes diferencias es el escaso peso de la antigüedad clásica en la cultura y por ende en la numismática del momento, por lo que la ausencia de motivos y alegorías clásicas (reservada más para la notafilia) se convierte en una constante, convirtiendo a la moneda en algo lineal y homogéneo. El busto de Franco que encontramos en las monedas es obra de Mariano Benlliure en los primeros años y de Juan de Ávalos a partir de 1966 (ambos adaptados por el grabador Manuel Marín) y se acompaña en los reversos por el al águila de San Juan, en una peculiar adaptación del emblema de los Reyes Católicos, aquí podemos observar algunas diferencias:
Sin embargo, existen módulos y algunos divisores donde se opta por otra temática, acorde también con el espíritu artístico y político del momento. Una de las piezas icónicas del periodo son los 5 y 10 Céntimos acuñados entre 1940 y 1953 y su famoso Jinete Lancero. Una imagen cargada de simbolismo en una imagen ya presente en la moneda íbera y que viene a simbolizar la “eterna España”. La leyenda “por la Gracia de Dios” es una continuación en el tiempo de una legitimación reservadas para los reyes y que arranca en la Edad Media. Las alusiones al pasado existen en la numismática española del momento como en otros países ya comentados, pero no son alusiones al mundo clásico pues ahí no estuvo la grandeza del país para los teóricos del régimen.
Conclusiones finales
Las acuñaciones representadas en este pequeño estudio se engloban en el periodo de entreguerras y en los años posteriores a la II Guerra Mundial. Con un telón de fondo dominado por el auge de los nacionalismos y por una situación económica dramática, el sistema financiero empieza a dar sus primeros pasos lejos del patrón oro, que había estado vigente desde el siglo XIX hasta la I G.M. (aunque en el caso de Gran Bretaña perduró hasta 1931). De la misma manera que la I Guerra Mundial acabó con el uso del oro, la II Guerra Mundial terminó con la plata como material de acuñación en las monedas (quedando ambos exclusivamente para piezas conmemorativas). Los enormes gastos de la I Guerra Mundial exigieron el cambio al sistema fiduciario.
Ante este panorama podemos observar, desde el punto de vista numismático, varias consideraciones comunes: se necesita dinero en efectivo, por la que la acuñación de moneda y la emisión de billetes es abundante; la moneda es vista como un elemento de propaganda de vital importancia por los diferentes regímenes. Esto no es ninguna novedad pero adquiere mayor importancia, si cabe. De igual manera que existe una cartelería, un edificio o una escultura propagandística, existe una moneda propagandística que circulaba de mano en mano llevando el mensaje, bien en la leyenda, bien en la iconografía a millones de personas en todos los rincones de cualquier país; Las monedas de los regímenes fascistas son por lo general acuñaciones humildes, hechas en muchas ocasiones con materiales pobre (zinc, aluminio…), lo requería la situación excepcional del momento.
La temática elegida, ciertos adornos o símbolos no son exclusivos para este periodo, ni tienen por qué ser originales pero es llamativo la convergencia y su uso en el espacio y el tiempo de elementos comunes entre los diferentes regímenes totalitarios. Y no son los únicos, basta con echar un vistazo a otras acuñaciones de otros países del mismo corte para ver patrones similares. Algunos ejemplos a modo de despedida:
Grecia. Y sus turbulentos años veinte y treinta llenos de golpes de estados militares y guerras que culminan con la implantación de la llamada III Civilización Helénica:
Albania. La Albania de Zog I, en un primer momento como Presidente y posteriormente como autoproclamado rey, tuvo una indudable relación de dependencia con la Italia fascista de Mussolini:
Rumanía. Aliada de la Alemania nazi, y con el respaldo de la monarquía, los partidos de corte nacionalista dominaron el panorama político en la primera mitad del siglo para pasar posteriormente a ser una República Popular.
Bibliografía
-De Corso, Giusseppe: “La política económica del fascismo italiano desde 1922 hasta 1943: breves consideraciones para su comprensión”, Revista Tiempo&Economía, Vol. 2, Nº. 2, 2015, págs. 49-77
-Finetti. Fabrizio: La representación del cuerpo en la iconografía numismática mediterránea occidental. El caso de las monedas del reino de Italia en el siglo XX (1900-1943), Universidad de Barcelona, [online: http://hdl.handle.net/2445/102110]. Tesis doctoral, 2015.
-World Coin (Krauser). 1901-2000. 46º Edición.
-Atlas Histórico Mundial. Volumen II. H. Kinder y W. Hilgemann.
Recursos web:
https://masdearte.com/. Retorno a la belleza: mirar atrás antes y después de la guerra.
Artículo muy interesante. No sé porqué, pero desde muy joven siempre me llamó la atención el estudio de la iconografía y simbología en general. Y sobre todas ellas el símbolo de la swastica (y de la sauwastica, imagen especular de la primera). Realmente es un símbolo muy antiguo que significaba la representación de lo eterno. Es la imagen del primer Dios (el egipcio Ra), en movimiento. Los brazos son los rayos, y su curvatura o cuadratura implica el movimiento, tanto físico como temporal. Ambos símbolos están representados desde la más remota antiguedad en muchísimas religiones. De hecho, la swastica nazi fue tomada del bön tibetano (religión ancestral del Tibet) que pasó más tarde al budismo tántrico tibetano, y de ahí, al nazismo (hasta el Tibet llegaron algunos investigadores del ejército nazi intentando buscar precisamente simbolos que pudieran representar la “eternidad” que se suponía que iba a tener el III Reich (que debería haber sido el último y que hubiese durado, para toda la eternidad).
Muy interesante todo lo relatado. Me ha gustado mucho. Enhorabuena.
Hola,
Excelente artículo, muchas gracias por compartirlo. El arte de los regímenes totalitarios de la época recurre a menudo a una iconografía que exalta los valores del trabajo tradicional, como usted apunta, pero me pregunto si en el caso de los 5 y 10 centesimi italianos, la inspiración directa podría encontrarse en las monedas del Metaponto (S. VI-V a. C.) Es sólo una sugerencia que no puedo verificar, pero se parecen mucho y la imitación de tipos de la antigüedad es algo recurrente en esta época. Un saludo
Muchas gracias a ambos por vuestra palabras y por comentar, para mí es un honor que lo hagan.
Gracias Sr. Mozo por el magnífico aporte sobre el origen de la esvástica. Efectivamente, ni la simbología nazi, como comenta, ni la del fascismo italiano (haz de lictores) ni la del franquismo es creada en estos momentos. Me viene a la cabeza el famoso yugo y la flecha de Falange (en realidad es más de la Jons que de Falange) que proviene de los Reyes Católicos pero que a su vez tampoco crearon ellos sino que hunde sus raíces también en la antigüedad clásica.
Muy interesante también lo que comenta el señor J. MaestroJuan sobre las monedas del Metaponto. La espiga vertical es, efectivamente, muy común en todos los reversos de estas monedas griegas. En mi opinión la relación también existe pues, a fin de cuentas, la culturas griega y romana están estrechamente relacionas, y lo están hasta el punto de referirnos a ella como una única cultura: la cultura greco-romana o el mundo clásico. La espiga como elemento decorativo está presente en numerosas culturas y civilizaciones antiguas, hay moneda íbera y celta donde también se representa, es un motivo recurrente.
Un saludo.