Cambio hoy la dinámica habitual de mis escritos para hacer una pequeña observación sobre una pieza que me ha llamado especialmente la atención y que quería traer a We are Numismatics.
Así comenzamos con una pregunta ¿Qué importancia tiene una copia? Desde el punto de vista del coleccionismo ninguna, dirían muchos. La siguiente pregunta sería ¿tiene valor numismático? y aunque la respuesta podría ser la misma no lo es, porque desde esa perspectiva valoramos el carácter histórico, el valor como fuente documental y como producto social, económico, político y artístico. En el caso de las reproducciones, además de todo lo dicho, esas piezas son la imagen referente de lo que “pudo ser” y ya no existe. Es por ello que aportan una información riquísima sobre objetos ya inexistentes.
Cuando hablamos de copias pasan por nuestra mente ejemplos como las paduanas y las judenmedaillen, para cuya funcionalidad en origen aún no tenemos respuesta, pero que para muchos la sencilla explicación de “cubrir huecos” de la colección era la justificación más verosímil. Aunque en el caso de las judenmedaillen parece aceptado que se fabricaron para ser regaladas como medallas (sobre estas piezas tenéis más información aquí: Serrano, A. : https://wearenumismatics.com/las-judenmedaillen-denominacion-cronologia-y-origen-de-una-reproduccion-consagrada/.)
Por supuesto, debemos aclarar que una copia o reproducción no es una falsificación. Es decir, estas piezas se diferencian claramente de las originales en materiales, proceso de fabricación, estilo, tamaño, peso, añaden marcas, cambian detalles como leyendas, y en muchas ocasiones incluyen la letra R o alguna otra que indique expresamente que se trata de una reproducción. Sin embargo, todas aquellas piezas que se realicen intentando imitar en todos sus aspectos la pieza original pueden ser consideradas una falsificación. Sobre todo si se intentan introducir como verdaderas en la circulación monetaria o si se intenta vender como pieza histórica dentro del coleccionismo numismático. Para una información más completa sobre este tema remito al artículo de Rafael Feria y Pérez “El investigador ante la falsificación numismática” (Grupo de Investigación UCM: Numismática e Investigación Documental –Numisdoc– (Núm. Ref. 941.301).
Como ejemplo de réplica mostramos este medallón de oro (múltiplo de sólido) de Justiniano I. Fue emitido el año 535 para conmemorar la victoria de Belisario sobre el reino africano de los Vándalos el año anterior. Tras dos grandes batallas (Ad Decimum y Tricamerón) la derrota del pueblo vándalo representó un hito fundamental para Justiniano ya que se anexionó los territorios del norte de África (Cartago) y sus provincias de Cerdeña, Córcega e islas Baleares extendiendo sus dominios por el Mediterráneo Occidental. Motivo digno de ser recordado con una emisión extraordinaria.
Anverso: D N IVSTINI ANVS P P AVG, busto de Justiniano Padre de la Patria con yelmo, diadema, drapeado y coraza a la derecha, sosteniendo una lanza en la mano derecha; escudo redondo adornado colgado sobre el hombro. 85 mm; 14,43 g. (*)
Reverso: SALVS ET CLORIA ROMANORVM, Justiniano, con atuendo militar y lanza, a derecha sobre un caballo enjaezado; caballo precedido por Victoria, descendiendo a la derecha, con la cabeza mirando hacia atrás y sosteniendo un trofeo; estrella en campo medio superior; CONOB en exergo (Ceca de Constantinopla). 84 mm; 9,29 g. (*dimensiones y pesos diferentes).
El original, que se encontró cerca de Cesarea (Capadocia) en 1751, fue robado de la colección real francesa en 1831, concretamente del Cabinet de Medailles (Bibliothèque Nationale de Francia) y lamentablemente se cree que fue fundido.
Según la entrada en A Dictionary of Roman Coins, Republican and Imperial de Stevenson (1889) el medallón original se “distinguía no solo por su carácter único sino también por su volumen y peso inusuales (porque, según Eckhel), equivale a cinco onzas y casi tres dracmas, y Mionnet da su diámetro de 38 líneas (medida francesa)”.
Afortunadamente para el conocimiento histórico, antes de su desaparición se hizo un molde de azufre que fue utilizado para la reproducción de dos copias galvánicas que hoy reflejan lo que pudo ser aquella grandiosa pieza única. Gracias a este tipo de réplicas que se hicieron en su momento por diferentes motivos hoy tenemos constancia de su existencia y son susceptibles de un análisis histórico como referente de la pieza desaparecida.
Como vemos, para cada reproducción se realizaron dos piezas: una para el anverso y otra para el reverso. De aquellas dos copias galvánicas esta que presentamos es la que custodia el British Museum y la otra está en el Museo Arqueológico de Estambul. (Nº de Inventario BM: B.11501. Foto e información: https://www.britishmuseum.org/collection/object/C_B-11501)
La técnica: galvanoplastia, electrodeposición o electrotipia
La galvanoplastia, también llamada electrodeposición es un proceso que utiliza la electricidad para crear un recubrimiento de metal sobre otro metal, mediante una solución rica en sales del metal con el que se desea recubrir a la pieza metálica base (electrólisis). Es decir, se trata de recubrir una superficie metálica con iones metálicos que salen de un ánodo, pasan a través de una solución salina conductora de electricidad y llegan al cátodo donde se asientan.
La galvanoplastia se utiliza para dos funciones:
1º Para hacer láminas para moldes (con estaño o cromo);
2º para crear revestimientos de protección (níquel, cobre y plata).
La galvanoplastia en la Numismática
La galvanoplastia resultó ser un invento muy útil para la producción de copias de piezas originales que por algún motivo necesitaban reproducirse. En el caso de la Numismática el resultado final sería una réplica de una sola cara (unifaciales) con relieve en un lado y superficie lisa en el otro lado. Para cada moneda se creaban lógicamente dos piezas: una para anverso y otra para el reverso. A veces dichas piezas se unían, se limaban y suavizaban los bordes para crear una réplica más precisa. Las copias galvánicas de cobre en ocasiones se doraban o plateaban cuando se trataba de representaciones de monedas de plata u oro, como es el caso de este medallón de Justiniano. En todo caso las diferencias con respecto al original son evidentes: costura fundida en el canto, cierta falta de nitidez en leyendas y detalles y un peso absolutamente diferente.
Tras la puesta en práctica de este invento en 1859 el Museo Británico contrató a Robert Ready para crear electrotipos (copias galvánicas) de las monedas más importantes de la colección del museo. Así lo hizo hasta 1896, pasando la tarea a sus hijos, quienes continuaron el negocio familiar hasta 1931. En total la familia Ready creó copias de más de 800 monedas griegas, además de romanas y un gran conjunto de medallas.
Barclay V. Head (1844-1914) jefe del Departamento de Monedas y Medallas del Museo Británico, publicó en 1889 un compendio de las piezas Ready en “A Guide to the Principal Coins of the Greeks”. Barclay incluso marcó las copias galvánicas con una numeración que aún se aprecian en el reverso liso de dichas piezas.
Las copias galvánicas: un coleccionismo en auge
Hace unos días la sorprendente noticia de la subasta de una copia de un jarrón chino por 9 millones de euros suscitó una curiosa reacción entre los coleccionistas numismáticos (que en estos tiempos andan preocupados por la extraordinaria subida de precios del mercado numismático). El asombro se incrementó por la aparentemente desmesurada demanda del coleccionismo chino por una pieza que según el experto tasador (injustamente despedido) era una copia de siglo XX valorada en 2.000€.
Podemos reflexionar largamente sobre el valor de las copias en el coleccionismo, o incluso por los inverosímiles gustos de algunos coleccionistas. Pero no dejarían de ser cuestiones subjetivas, cambiantes y por supuesto opinables. Dicho esto las piezas realizadas por la familia Ready son muy coleccionables y ocasionalmente podemos ver alguna de estas copias en subastas.
El 21 de noviembre de 2019 los londinenses Baldwin of St. James’s vendieron una colección de 692 copias galvánicas de Ready en un solo lote dentro de su monetario original (1).
En 2019 Davidssons Ltd. subastó una copia galvánica Ready (2). Posteriormente la misma casa de subastas vendió el 1 de abril de 2020 un monetario con 229 copias Ready de monedas griegas. Y próximamente en St. James’s Auctions se subastará otro monetario con una colección de medallas Ready.
¿Y cómo puede ser que piezas del Museo Británico se vendan en subastas?
Estas réplicas eran un proyecto educativo y de exhibición que tuvo gran éxito en el museo. Hasta tal punto fue así que Barclay, dada la enorme cantidad de copias que tenían y su falta de funcionalidad, vendió un lote de piezas Ready a coleccionistas. El pretexto: “fomentar la erudición y la apreciación del arte numismático antiguo” según Wayne Sayles.
No es de extrañar que este tipo de réplicas que salieron del Museo Británico a manos privadas sean de gran interés en el coleccionismo numismático en la actualidad.
Buen artículo, desconocía esta técnica de reproducciones. Por supuesto que numismáticamente siempre hay que diferenciar entre una moneda real, una moneda falsa de época (estas me encantan), una réplica antigua y una falsificación actual, en la que además de no llevar marca de remo, perdón! de réplica, se le añade pátina y tierras para pasar por moneda original y eso es a todas vistas que son fabricadas con un fin no muy legal, pues si fuese solo reproducción en el mismo metal, con fines didácticos, sobra ponerle pátina, habría que dejarla como se vería cuando se acuñó dicha pieza.
Como he dicho, a mi me encantan las falsas de época, entre otras cosas porque son más escasas que las originales y circularon en su época. Yo no compraría una réplica actual para “rellenar el hueco” me rechinaría más que el hueco, a no ser que esa réplica fuese producto del molde de una pieza única ¿A quien no le gustaría tener una réplica, por ejemplo, del quaternión de Octavio Augusto (ejemplar único) que está en el MAN, sí la réplica fuese producto del molde de esta única pieza? Yo no le haría ningún asco.