Por Javier Varela No debió ser fácil ser hijo de Carlos III, rey ilustrado y cuasi deificado por la historiografía y al que atribuyen una de las más célebres frases que jamás nunca un rey dedicó a su heredero: “hijo mío que tonto eres”. Desde el principio Carlos IV procuró un reinado continuista, quizás por convencimiento, comodidad o por estar más centrado en su verdadera vocación: cazar. El hecho de que se rodeara tanto de una enérgica e influyente esposa, María Luisa de Parma, como de una Continue Reading »