El estudio de la procedencia de un libro antiguo permite no solo reconstruir su historia material, sino también comprender su impacto en la investigación numismática a lo largo del tiempo. Un caso significativo es el de “Medallas de las colonias, municipios y pueblos antiguos de España” de Enrique Flórez, obra fundamental en la historiografía numismática española. Identificar a sus antiguos propietarios revela las redes intelectuales y coleccionistas que tuvieron acceso a esta obra y la utilizaron en sus investigaciones. Anotaciones marginales, exlibris y otros indicios materiales pueden aportar información sobre cómo fue leído, interpretado y citado en distintas épocas. De este modo, el análisis de su procedencia no solo ilumina la circulación del conocimiento numismático, sino que también contribuye a la historia del coleccionismo y la construcción de bibliotecas especializadas. (Ana Serrano)
Por Francis Suárez
“MEDALLAS DE LAS COLONIAS, MUNICIPIOS Y PUEBLOS ANTIGUOS DE ESPAÑA”, DE ENRIQUE FLÓREZ
Hemos tenido la ocasión de estudiar detenidamente un lote de la subasta Vico-163 consistente en los tres tomos de la obra “Medallas de las Colonias, Municipios y Pueblos Antiguos de España”, del Padre Flórez. Se trata de una de los tratados más importantes de la historiografía numismática de la Hispania antigua y es de suma rareza encontrarlo íntegro con todos sus grabados y sus tres volúmenes completos.

El primer tomo consta de 8 hh, 408 páginas y 12 láminas numeradas del I al XII (en vez de las 23 habituales, pues de la XIII a la XXIII en este caso van al final del tercer tomo) y un mapa plegado.
El segundo tomo, 2 hh, pp 409-681 (siguiendo la numeración correlativa al primer tomo) y las láminas XXIV a LVIII.
El tercer tomo, 5 hh, 292 páginas y 8 láminas sin numerar, un mapa plegado (el mismo del tomo primero) y al final del mismo las láminas XIII a XXIII (las correspondientes al tomo primero).
Los tres tomos tienen el mismo tamaño de 24,7 cm x 18,5 cm e idéntica encuadernación, presentando el tercero deteriorada la parte superior del lomo.
Nos llamó enseguida la atención la presencia de un ex libris impreso en la guarda anterior del primer tomo así como unas anotaciones (a modo de ex libris manuscritos) en las hojas de respeto de todos ellos.
El análisis e investigación tanto de este ex libris como de las anotaciones manuscritas nos ha permitido determinar la trazabilidad de la obra, identificando a los distintos poseedores de la misma y su periplo geográfico desde su publicación en 1758 hasta nuestros días.
Enrique Flórez y su obra “MEDALLAS DE LAS COLONIAS, MUNICIPIOS Y PUEBLOS ANTIGUOS DE ESPAÑA”

Enrique Flórez (1702-1773), fue un religioso agustino burgalés que llegó a ser uno de los más importantes historiadores y numismáticos del siglo XVIII. Su obra cumbre fue la España Sagrada, un extraordinario ejemplo de la Ilustración en España, de la que además de impulsor fue el autor de sus primeros 29 tomos. En ella aborda con gran erudición el estudio de las fuentes, los acontecimientos históricos y diversas cuestiones geográficas y cronológicas.
En el Preliminar al tomo XXIV publicó La Cantabria donde zanjó la controversia que entonces existía acerca de los límites y extensión de la antigua Cantabria de las fuentes latinas.
Aunque la numismática empezó siendo para él una herramienta auxiliar de la Historia pronto se convirtió en una afición con la que hacer más suaves las tareas de aplicación y estudio que necesitaba para la continuación de una obra tan vasta como la que se había propuesto acometer: una Historia de la Religión en España.
Así, fue reuniendo para su estudio ejemplares de monedas de la Hispania Antigua, unas veces en préstamo y otras obtenidas por adquisición bien fuese compra o por intercambio. Fueron numerosas las personas que colaboraron permitiéndole examinar sus monedas, y son mencionadas en el capítulo “Razón de la Obra”. Su colección numismática llegó a ser de primer nivel, y enseguida se percató de la idoneidad de publicar los conocimientos adquiridos en su materia, según manifestó en una carta a su amigo Villacevallos en 1744: “deseoso de contribuir al bien de la Nación, medito una no pequeña obra de Ciencia Numismática, en especial de lo respectivo a España”.
Lo que comenzó siendo una herramienta de trabajo acabó constituyendo un objeto de estudio que le confirió rango de auténtico especialista y al que dedicó muchas horas de esfuerzo. Todas estas dedicaciones afectaron sobremanera a su salud.
Recomendamos la lectura del documentado artículo de Fco. Javier Campos “El P. Flórez y los estudios de la historia antigua de España en el reinado de Carlos III (1759-1788)”, a quien agradecemos que nos haya permitido reproducir varios párrafos del mismo.

“Mi colección de Medallas es ya de más de 4 mil, y lo principal es de colonias y municipios de España, en cuyo número y calidad excedo a las bibliothecas reales que están en esto pobríssimas y a las series que en algunos particulares he visto” (carta a Mayans, en 1746). “Siendo ya mi Colección la más copiosa de quantas tengo noticia acerca de Colonias y Municipios de España; me pareció que haría servicio al público darlas a la luz” (Razón de la Obra, en “Medallas de las Colonias …”).
La obra que nos ocupa, “Medallas de la Colonias, Municipios y Pueblos Antiguos de España”, le supuso además un fuerte desembolso económico tanto por la adquisición de monedas como por la edición de los 1.400 ejemplares de los que “muchos se desgraciaron en la imprenta” y cuyo coste sobrepasó los 70.000 reales. El rey Fernando VI le donó 8.000 reales para sufragar algún gasto, el mismo importe que le vino a costar sólo el papel. Es de señalar que el monarca ya había acogido los trabajos y la impresión de los volúmenes de la España Sagrada bajo su real protección y le tenía asignada una pensión anual de seiscientos ducados de vellón, pensión vitalicia que le mantuvo Carlos III cuando ascendió al trono en 1759 (el ducado de vellón no era moneda de cuenta en el siglo XVIII, sino medida de valor: 1 ducado de vellón equivalía a 11 reales de plata, es decir 374 maravedíes (cada real a 34 maravedíes).
En principio la obra iba a constar de un solo volumen, pero en vista de que iba a ocupar más pliegos de lo previsto “pareció conveniente dividirla para dar consistencia a la enquadernación” (capítulo “Advertencias a estos dos tomos”) en dos volúmenes. Así, se editaron en 4º mayor en la oficina de Antonio Marín, en los años 1757 y 1758, siguiendo una numeración correlativa tanto de páginas como de las láminas y saliendo a la venta en 1758 al precio de 1568 maravedíes (poco más de 46 reales).

Sólo la cabecera del capítulo primero, un artístico grabado que pensamos que podría representar la alegoría de Hispania flanqueada por Hércules y Pyrene, le costó 30 doblones (960 reales). Fue dibujado por Antonio González Velázquez, pintor de corte y director de la Real Academia de San Fernando y grabado por Manuel Salvador Carmona que llegó a ser grabador de cámara del Rey.
En julio de 1758 le escribe a su amigo Villacevallos manifestándole que la venta va avanzando aunque con lentitud, pues a sus allegados les había ido regalando los ejemplares en un número ya mayor a setenta.
La salida a la luz de estos dos primeros tomos de las Medallas tuvo una gran difusión y significó para Flórez alcanzar gran fama y acrecentar el prestigio que ya tenía en los ambientes intelectuales tanto en España como en Europa teniendo incluso proposiciones para ser traducida al francés.
Tras su publicación el religioso agustino fue incrementando su colección pero inclinándose más por las monedas visigodas, pues claramente percibió que al haber despertado su obra el interés de coleccionistas y aficionados por las monedas antiguas esto había dificultado sobremanera la facilidad de conseguir nuevas: “desde que publiqué los libros de medallas se han hecho muy raras, siendo muchos los que las recogen y pocos los que se desprenden de ellas” (carta al Nuncio 28/XI/1761, Archivo Secreto Vaticano).
Finalmente se editó un tercer tomo en el año 1773, compuesto por una Addenda con el nuevo material que había ido conociendo, pero además añadiendo un estudio de las “monedas de los Godos”. Hoy en día este tercer tomo falta en muchas ocasiones en las bibliotecas debido al lapso de tiempo (15 años) que había transcurrido desde la publicación de los dos primeros.

En la medida que con el tiempo fue disminuyendo su interés por la numismática fue aumentando su afición por los objetos de la Naturaleza, al principio sólo como distracción, pero dado su carácter curioso e investigador y su afán por conocer “las maravillas de la Creación y la bondad de Dios que las había creado” pronto se hizo también un verdadero especialista en la materia.
De tal modo, formó un gabinete personal impresionante, y fue el impulsor de la creación del Gabinete de Historia Natural del Infante don Gabriel (hijo de Carlos III).
En cuanto al destino final de su colección numismática sólo sabemos que la legó entera y perfectamente ordenada y catalogada al Convento de San Felipe el Real (sito al comienzo de la calle Mayor, junto a la Puerta del Sol, en Madrid) de cuya comunidad fue miembro durante muchos años. La fachada de dicho convento fue lugar de congregación de los madrileños de la época, que convirtieron a las Gradas de San Felipe en el principal “mentidero” de la villa. El edificio fue demolido en 1838 por la Desamortización de Mendizábal.

FRANCISCO PÉREZ BAYER

En la guarda anterior del primer tomo hay un ex libris del tipo impreso sobre una hoja de papel de tamaño 9,3 cm x 6,7 cm. Se trata de un fotograbado en blanco y negro de tipo figurativo que representa al fondo un paisaje que analizado detenidamente nos lleva a interpretarlo como el lugar donde asienta la actual localidad de Benicàssim, como intentaremos justificar seguidamente, población con la que nuestro personaje mantuvo un estrecho vínculo que perdura en nuestros días.

El edificio con campanario y cúpula que se aprecia en la zona central del ex libris debe ser la iglesia de Santo Tomás de Villanueva, neoclásica, de 1776, cuya construcción a expensas de Francisco Pérez Bayer, favoreció el hecho de que a su alrededor fuesen proliferando casas y propició las bases para la formación de la nueva villa con el nombre de Benicassim.
En un plano más adelantado, la torre con sus dos peculiares torrecillas exentas que sobresalen en las esquinas de la fachada concuerda perfectamente con la torre de San Vicente, de finales del siglo XVI. Se trata de una de las 18 torres vigía que llegó a albergar la costa castellonense, y su construcción aumentó el nivel de protección ante los ataques corsarios de tal modo que al poco fue aumentando la población y se le otorgó la Carta Puebla.

Siguiendo con la descripción del ex libris vemos que a lo lejos se representa destacado el perfil montañoso del Desierto de Las Palmas y las denominadas agujas de Santa Águeda.
En primer plano se muestran unas ruinas entre las que destaca una lápida agrietada que lleva la inscripción Don Francisco Pérez Bayer, en mayúsculas y en cuatro líneas, indicativos del propietario del libro.
Se trata de un ex libris muy raro, del que no tenemos referencias de que esté reseñado en la obra “Ex Libris de la Real Academia de la Historia” ni en ninguna otra publicación.

Francisco Pérez Bayer y Benicassim (1711-1794) fue un teólogo, jurista, lingüista y filólogo valenciano que llegó a ser una de las principales figuras de la Ilustración de la España del siglo XVIII, alcanzando puestos de influencia y responsabilidad tanto en política, como en cultura y religión (no en vano fue distinguido con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III). Mostró a su vez un gran interés por la Numismática.
Formado en teología y derecho en las universidades de Valencia y Salamanca, pronto entró en contacto con el gran humanista valenciano Gregorio Mayans y Siscar quien ejerció una notable influencia en su formación intelectual
Catedrático de Hebreo en Valencia (1745) y Salamanca (1746), pasó cinco años en Italia (de 1754 a 1759) donde completó su formación humanística y se encargó de «recoger cuantas monedas, manuscritos y otras piezas antiguas pudiese» para enriquecer el Gabinete de Medallas de la Real Librería, «y otros fines del Real agrado”. Esto le permitió redactar el “Catálogo de medallas de oro que en Roma y otras ciudades de Italia y Francia compró d. Francisco Pérez Bayer para el Real Museo de S.M. Catholica”, que se conserva en la British Library de Londres, donde describe 136 monedas.
A su regreso fue nombrado canónigo tesorero de la catedral de Toledo, y redactó además el catálogo de la Biblioteca del Monasterio de El Escorial.
Su principal aportación a la epigrafía fenicia fue su obra “Del Alfabeto y Lengua de los Fenices y sus colonias” (1772).
Fue Preceptor de los Infantes Reales. Tanto Bayer como el agustino P. Enrique Flórez habían colaborado en la formación y clasificación del monetario del Infante Don Gabriel, hijo de Carlos III, que llegó a ser la mejor colección de monedas y medallas de la época. También fue Bibliotecario Mayor de la Real Librería desde 1783 hasta su fallecimiento.

Mueble monetario del Infante Gabriel de Borbón (foto MAN)
La biblioteca de Pérez Bayer era riquísima en manuscritos, incunables, biblias políglotas, memorias de Reales Academias extranjeras, pero también de obras de autores antiguos y modernos, españoles y extranjeros, ortodoxos o prohibidos por la Inquisición. El obsequio de su biblioteca (más de 20.000 volúmenes) a la Universidad de Valencia (1785) acabó convirtiendo a Pérez Bayer en uno de los personajes que más incidieron en la reforma pedagógica de la Ilustración en la misma.
En cuanto a la Numismática dedicó principalmente su atención a las monedas fénico-púnicas y a las entonces llamadas «desconocidas», es decir, a las ibéricas, tema que le ocuparía hasta el final de sus días.
Publicó De Nvmis Hebraeo-Samaritanis en 1781 y Numorum Hebraeo-Samaritanorum Vindiciae en 1790.
Realizó un largo viaje en 1782 por Valencia, Andalucía y Portugal con el fin de encontrar antigüedades y monedas para confirmar sus planteamientos sobre el alfabeto y lengua de los fenicios, que plasmó en el manuscrito “Diario del Viaje desde Valencia a Andalucía hecho por Don Francisco Pérez Bayer en 1782”.
Como podemos comprobar, al regreso de su estancia en Italia en 1759 se encontraría con que estaba recién publicada el año anterior la obra numismática del Padre Flórez en sus dos primeros tomos (ya hemos señalado que el tercero no se editaría hasta 1773).
ROBERT DARLEY WADDILOVE (1736-1828)
Escrita a mano en la hoja de respeto del primer tomo aparece la siguiente anotación: “Given by Don F. P. Bayer preceptor to Her Royal Infants of Spain to D. Waddilove chaplain to Her English Embaƒy of Madrid” (trad.: Dado por don F.P. Bayer, preceptor de los Reales Infantes de España a D. Waddilove, capellán de la Embajada Inglesa en Madrid).

R. D. Waddilove fue archidiácono de East Riding de Yorkshire y deán de Ripon desde 1791 hasta su fallecimiento.

Pero antes, de 1771 a 1779, fue el capellán de la Embajada Británica en Madrid mientras estuvo al frente de la misma Thomas Robinson, el II barón de Grantham, es decir, desde que fue destinado hasta la ruptura de relaciones entre los países por el apoyo español a los rebeldes americanos en la Guerra de la Independencia de los EEUU.
Durante su residencia en España Waddilove trabó amistad con Pérez Bayer, preceptor en la corte española, y tuvo acceso a la biblioteca de El Escorial , donde incluso pudo cotejar la Geografía de Estrabón. Facilitó el acceso a numerosos manuscritos y libros existentes en diferentes bibliotecas españolas a investigadores ingleses, entre ellos Henry Swinburne (autor de “Travels through Spain in the years 1775 and 1776”).
La Embajada en aquellos años era un ir y venir de cartas procedentes del Reino Unido solicitando libros en un afán por conocer la cultura española, y R. Waddilove era el encargado de hacer los envíos en forma de verdaderas remesas.
En 1775, mientras aun estaba en España, fue elegido miembro de la Society of Antiquaries of London, para la que escribió varios artículos.
Es lógico pensar que sería por esas fechas, antes de marchar de España en 1779, cuando recibiría la obra de Flórez (ya completa con su tercer tomo) de manos de su amigo Francisco Pérez Bayer.
WILLIAM JAMES DARLEY WADDILOVE (W.WADDILOVE) (1785-1859)
Hijo de Robert Darley Waddilove, fue un reverendo anglicano que ocupó el cargo de capellán de James Innes-Kerr, V duque de Roxburghe.
Se casó con Elizabeth Anne Graham, hija del estadista inglés sir James Graham, I Baronet de Netherby, y por esta vía sabemos que acabó convirtiéndose en cuñado de George Musgrave.
Escrita a mano, en la hoja de respeto de los tres tomos, esta anotación nos muestra cómo la obra pasó de manos del hijo del capellán de la Embajada británica en Madrid a un miembro de la nobleza inglesa con el que había emparentado recientemente: “G. Musgrave. Given by revd. W. Waddilove. 1829”.

GEORGE MUSGRAVE (1799-1872)
Ostentó el título de X Baronet Musgrave del castillo de Hartley (de 1834 a 1872).
Nacido en Eden Hall, hijo del VII Baronet, sucedió en el título nobiliario a sus hermanos Philip Christopher y Christopher John en 1834.
Educado en el University College de Oxford, fue oficial en la 5ª de Húsares.
Se casó con Charlotte Graham en junio de 1828, hermana de Elizabeth Anne, y de este modo se convirtió en cuñado de W. Waddilove. Precisamente al año siguiente recibió de él los tres tomos de la obra de Flórez.
A su fallecimiento fue sucedido por su segundo hijo, Richard Courtenay Musgrave.

Los Musgrave fueron durante mucho tiempo la familia principal de Cumberland y Westmorland y su casa solar era Hartley Castle, en Westmorland. Tras el matrimonio en 1549 de Thomas Musgrave con Joan Stapleton, heredera de Eden Hall, trasladaron aquí su residencia habitual. El título de baronet le fue concedido a Richard Musgrave por el rey Jacobo I Estuardo, en 1611. Se trata de un honor hereditario exclusivo de la corona británica que aunque no comporta la categoría de nobleza se situaría por encima del rango de caballero y justo por debajo del de barón.

El solar original de la familia Musgrave, el Castillo de Hartley, fue demolido en el siglo XVIII por Christopher Musgrave, el V baronet, y sus materiales sirvieron para reconstruir y ampliar Eden Hall, también en Cumbria, que a su vez sería reconstruido en dos ocasiones, en 1821 y a finales de la década de 1860. Aquí se guardaba el famoso vaso “The Luck of Eden Hall”, cuyo origen mitológico parece ser en realidad una obra de arte oriental del XIV, y ahora conservado en el Victoria & Albert Museum. Junto a él, en la biblioteca de la mansión, reposaría durante años la obra de Flórez que nos ocupa.
El XII Baronet, Richard George Musgrave, nieto del X, dejó de vivir en Eden Hall a principios de 1900 y se trasladó a Londres. La familia experimentó dificultades financieras en la década de los años veinte, y la mansión fue vendida en 1921. Además, sabemos que cientos de libros de su biblioteca fueron subastados en Londres en 1924. Otros documentos han ido apareciendo incluso recientemente en venta en e-bay.
El baronet falleció en 1926. En 1934 la mansión fue desmantelada (se rumorea que fue adquirida por un norteamericano y trasladada piedra a piedra a EEUU) y el solar dividido en siete propiedades.
Varios objetos y monedas de su colección se encuentran hoy depositados en el British Museum: https://www.britishmuseum.org/collection/term/BIOG75382

GONZALO CORES (1930-2020)

Según información verbal de Jesús Vico Monteoliva, el lote de los tres volúmenes de la obra de Flórez que salía en su subasta Vico-163 procedía de la biblioteca de Gonzalo Cores. Por información de la hija de éste, Mª Cruz, hacia 1974 ya lucía en la biblioteca de este importante coleccionista e investigador numismático español. A él dedicaremos una entrada propia en un futuro.
No hay información de cómo, cuándo ni dónde la adquirió. Este lapso de tiempo desde 1924, año en que fue vendida y disgregada la biblioteca de los Musgrave, hasta 1974, permanece oscuro pero quizá algún día lo podamos esclarecer. Mientras tanto, el periplo de esta obra nos ha permitido viajar con la imaginación desde los tiempos de la Ilustración a la época victoriana para llegar finalmente hasta nuestros días, con importantísimas figuras de su tiempo como protagonistas directos.
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