Dentro de unos días la casa de subastas Soler y Llach pone el broche a la Colección Scipio. Como ya sabéis se trata de la cuarta y última parte de esta grandiosa colección de 4.000 denarios romanos republicanos e imperiales. En esta colección hemos podido ver no sólo piezas rarísimas y extraordinarias, sino además todo un compendio de lo que significa crear una gran colección, con criterio y conocimientos.
Completa y grandiosa desde múltiples puntos de vista: por las gens que englobaba, por la amplitud de repertorios iconográficos, por las variantes, etc todas ellas en unos estados de conservación de excepción. El catálogo de la Colección Scipio queda como referente para el coleccionista por recoger a modo de compendio 600 años de Historia del denario e incluso de la propia Roma. Y esto último es para mí el gran atractivo de esta colección: caminar por la creación, configuración y desarrollo de la gran civilización romana a través de sus monedas, observando su nacimiento, evolución política, social, cultural y religiosa: En definitiva, siendo documento visual de los grandes momentos de su historia.
La Scipio se convierte por estos motivos una de esas colecciones que pasará a la Historia del Coleccionismo Numismático con nombre propio como ya lo han sido otras famosas colecciones.
Con respecto a Soler y Llach tengo que destacar el gran trabajo de catalogación realizado y en especial el hecho de poner en valor la historia de las adquisiciones.
Sin duda, y como ya expliqué en otro artículo, añadir las referencias de la procedencia de anteriores colecciones o subastas añade valor a la moneda de colección ya que es la verificación de la trazabilidad de las piezas.
En esta cuarta edición tenemos también grandes ejemplares, y aunque recomiendo echar un vistazo al contenido de la subasta me gustaría destacar algunas piezas.
Hacemos especial mención al denario de Nerva por la destacable representación de sus rasgos faciales, en particular a la nariz. En todos los retratos de este emperador, tanto en sus bustos de mármol como en los de sus monedas aparece éste como un rasgo diferenciador de su rostro. Pero en el caso concreto de este denario es sumamente exagerado. No es una cuestión que haya que pasar por alto si tenemos en cuenta el valor que la cultura romana le concedía a la nariz desde el punto de vista fisiognómico. Tanto es así que incluso hoy día a la nariz aguileña también se le denomina “nariz romana”. La cuestión es que para los romanos era un signo distintivo de inteligencia, nobleza, y belleza. Ya Plutarco en su descripción sobre Marco Antonio resaltaba este rasgo facial en este sentido. En cuanto al denario que nos ocupa podríamos decir que el hecho de destacar tan marcadamente sus facciones van encaminadas a la exaltación de su carácter.
Los monederos: el lugar donde se guardaban los denarios
Como cierre a esta magnífica colección de denarios y contextualizando lo que pudo ser el día a día de un denario dentro de su vida útil (no en tesoros u ocultaciones) consideramos que es ahora el momento idóneo para hablar de los monederos: aquellos recipientes donde circulaban estos denarios y que pocas veces los tenemos en cuenta.
Sabemos que el “follis” (“saco de cuero” en latín) era una bolsa precintada en la que se guardaba una cantidad determinada de monedas [según la definición del Tesauro del MEC] es decir, no era un monedero tal y como lo entendemos ahora.
Afortunadamente excavaciones como la de Vindolanda (los campamentos romanos junto al muro de Adriano) han dado a conocer gran parte de la vida cotidiana romana. Las particulares condiciones ambientales del terreno han permitido conservar materiales tan degradables como el cuero que son muy difíciles de encontrar en yacimientos.
Sin embargo sí es más habitual encontrar “tesorillos” con fibras de tejido adheridas que pertenecían a bolsitas de tela donde se guardaban las monedas. Esta moneda pertenece al tesorillo de 13 monedas romanas encontrado en Córdoba que publiqué en este artículo.
Hay otro tipo de monederos que por sus características son especialmente llamativos de cuya tipología han aparecido varios ejemplares en yacimientos de Vindolanda en los sitios de las guerras tracias. Uno de esos monederos es el que apareció en Tadcaster (Reino Unido).
El llamado tesoro de Tadcaster (hallado en las excavaciones de Vindolanda, Reino Unido) contenía cuatro denarios de plata almacenados dentro de un monedero creado para llevarlo en el brazo a modo de brazalete.
Su diseño es sumamente ingenioso a pesar de su simplicidad. Dicho monedero cuyo contenedor estaba abombado disponía de una tapadera abatible que una vez cerrada y encajada en el brazo quedaba firmemente cerrada. La única forma de sacar las monedas era sacar el monedero del brazo.
No había posibilidad de pérdida y era una opción sumamente útil en situaciones de gran movilidad como podía ser un campo de batalla.
Este es el motivo por el que estos ejemplares aparecen generalmente en entornos bélicos o campamentos.
La capacidad de dichos monederos era escasa, sólo cabían unos pocos denarios para una posible pequeña compra, una emergencia o el gasto del día. Lo que hoy también usamos dentro de nuestros monederos.
Hola buenos días, muy interesante. Curioso e enriquecedor. ENHORABUENA.